miércoles, 22 de julio de 2015

Si hubiera sido abortada

Muchas veces me he topado con narraciones, tipos de historias que tratan de describir el aborto desde el punto de vista del feto, del “dolor” que siente al ser asesinado (dolor que, si el aborto se hace de manera apropiada antes de las 12 semanas de embarazo, el feto no siente), pero este no es el punto. Mencioné esto porque fue parte de la inspiración que tuve para el presente ensayo. La otra parte fue mi madre.

Yo NO fui una bebé no deseada. Mis padres estaban casados al momento de mi concepción, o al menos estaban por casarse. Deseaban formar una vida juntos, y eso incluía descendencia. Fui una bebé que llegó en el momento apropiado. Nada indica que ellos hubieran siquiera considerado abortarme. Sin embargo, he pensado mucho en lo que hubiera pasado si ellos efectivamente hubieran tomado la decisión de deshacerse de mí.

Mi padre, deberían saber, no es la mejor persona del mundo. Actualmente mantenemos una relación cordial porque amo mucho a mi familia paterna, y ellos desean que nos llevemos bien. Pero de no ser por eso, ni siquiera le hablaría a mi progenitor. Desde que yo era pequeña él nos abandonó a mí y a mi madre varias veces. A pesar de estar casados, él muchas veces se iba a vivir con su madre (y no porque mi abuela lo necesitara), y no ayudaba ni en la carga económica ni a cuidarme. Además de eso, engañó con varias mujeres a mi madre, y muchas veces nos agredió tanto física como verbalmente a ambas. No lo recuerdo, pero mi madre cuenta que una vez cuando era una niña, le dije que si yo era la única razón por la que ella seguía casada con mi padre, que lo dejara. Que no importaba.
A pesar de lo que ya he contado, yo tuve una infancia feliz. Mi familia me cuidó y me dio todo lo que estaba a su alcance; siempre tuve una figura paterna en mi abuelo, y fui “la chineada de la casa” siempre, pues era la única nieta. Así que esto no es una queja hacia mi vida, porque amo mi vida, amo estar viva, y amo todo lo que he vivido, pues me ha hecho quien soy.

Ahora, quiero explorar un poco el fondo de mi madre: se casó a los 22 años, estudió Contabilidad, tuvo una hija, se divorció, se volvió a casar, tuvo otro hijo. Actualmente y desde hace 15 años trabaja en un banco.
Primero, veamos sus estudios: ella no decidió estudiar Contabilidad. Lo estudió porque su padre le dijo que era la mejor opción, que eso le iba a conseguir trabajo rápido. Ella quería estudiar criminalística, o mecánica automotriz. No pudo. De hecho, ni siquiera pudo terminar sus estudios de Contabilidad. ¿Por qué? Porque tuvo una hija, y eso va primero. Ella nunca me ha dicho esto en esas palabras, pero no hace falta. Mi madre no es conformista, y el hecho de que consiguió un trabajo estable no significa que va a dejar todo así. Ella misma me lo ha dicho mil y un veces: si las cosas se hacen, se hacen bien. Si no, ni las haga. Entonces, ¿por qué dejaría la carrera? Porque o estudiaba o me pagaba el kínder privado, el único en el que me quisieron aceptar por mi edad (los públicos querían que me atrasara no un año, sino dos. Ella no iba a permitir eso).
Lo del divorcio ya lo dije arriba. Ella no dejaba a mi padre, aguantaba sus infidelidades y sus maltratos para que a mí no me faltara un padre. Cubierto eso, señalemos el hecho de su segundo matrimonio: ella ni siquiera iba a darle una oportunidad al hombre si yo no lo aprobaba. A mí, por supuesto, con nueve años y mi personalidad, me valía un pepino con quién estuviera mi madre. Era su elección, no mía, y por eso aprobé su relación. Me llevo muy bien con mi padrastro, hasta el punto de verlo más como a un padre que a mi propio progenitor.
Sin embargo, después de siete años de matrimonio, han estado varias veces a punto de separarse. ¿Por qué no lo han hecho? En palabras que mi mamá le dijo a mi abuela: “porque yo no quiero que [mi hermano] pase lo que [yo] pasó.”

Mi madre ha sacrificado mucho, demasiado en mi opinión, por sus hijos. No puedo hablar por mi hermano, pero, si retrocediéramos diecinueve años en el pasado, y ella siquiera por un segundo considerara no tenerme, yo le diría, con toda la seguridad del mundo: abórtame. Probablemente sea para mejor. No me importaría no haber conocido este mundo, si ella hubiera podido alcanzar sus sueños en él. Ella es feliz ahora, sí, estoy segura de eso. Pero probablemente sería mucho más feliz si jamás hubiera tenido hijos.

Así como aquel “bebé” que tratan de reflejar en sus campañas en contra del aborto le dice a su madre “no me hagas esto, prometo portarme bien”, yo le digo a la mía, y a todas las demás, “si consideras que es lo mejor, abortame. Con toda la confianza. No te voy a culpar, ni te voy a resentir. Confío en tu juicio.”

sábado, 16 de mayo de 2015

Libre albedrío para todos

Hace algunos días mi mamá hizo sopa de mondongo con jarrete.
Quedaron tres huesos de jarrete que mi papá, si bien empezó a comerse, aún tenían algo del pellejo. Como ya nadie quería, se decidió darle esos tres huesos uno a cada uno de los perros de la casa.

La dieta de mis perros está basada completamente en alimento concentrado, y son raras las ocasiones, como esta, en que decidimos darles carne o huesos. Pero lo hacemos de vez en cuando, porque son carnívoros, y tienen derecho a un bocado rico de vez en cuando.
Siempre que les damos hueso, las heces les salen flojas. Es algo normal, a lo que ya me acostumbré. Por eso no dije nada.
Ayer en la tarde seguía habiendo heces flojas. Ok, algo normal, me dije. Vi vómitos de una especie de baba. Está raro, seguro el hueso le cayó pesado a alguno; pero no sé a cuál, entonces aún no voy a hacer nada.
En la noche veo que Drogo (O Khal, un perro inteligente que te entiende por ambos nombres) tiene la boca húmeda. Ok, es él. Ahora, ¿qué hago?
Le puse un mensaje a mi mamá (que había salido) y me pasó el número de la veterinaria de confianza. Contacté con ella, y me indicó desparacitante, y que le avisara si el perro seguía mal.

Hoy en la mañana, mi mamá despierta para encontrar una mancha enorme de sangre donde duermen los perros. Llama a la veterinaria, que de inmediato se lleva a Drogo para revisarlo. Detecta un virus muy fuerte, y le dice a mi mamá lo siguiente:
Puedo ponerle tratamiento, pero sólo hay un 5% de probabilidades que sobreviva, y él está sufriendo. Usted elige, ponerle tratamiento o ponerlo a dormir. 
Mi mamá, en su corazón humano, decide que un ser tan noble como Drogo no merece sufrir por el egoísmo humano de no querer dejarlo descansar. Le indica a la veterinaria que lo ponga a dormir, que le dé el descanso que merece. Así, tan sencillamente, Drogo ha pasado a ser otro de los tantos ángeles que fue enviado a tocar el corazón de una familia, a mostrarnos el verdadero significado del amor.

Sin embargo, la muerte de mi perro no es el tema que quiero comentar en esta entrada. Quiero saber: ¿por qué, si somos lo suficientemente "humanos" (aunque el término me parece incorrecto, debería ser compasivos. Estos dos no son sinónimos) para decidir que un animal enfermo sin cura debería descansar en paz, no se permite tomar esa misma decisión para una persona? ¿En qué le afecta a usted, persona en contra de la eutanasia, que mi perro muera? ¿o que Valentina Maureira decida que es suficiente? En nada. Tal vez usted diga, "la vida la da Dios y Él debe quitarla". Ok, hablemos de SU vida. Por favor, no se meta con los demás. Sea lo suficientemente compasivo (O humano, si lo prefiere) para preocuparse únicamente por su vida. Permita el libre albedrío para todos.

Oh, y si me van a criticar por comparar a Drogo con Valentina, les diré: la vida de los animales es hasta más valiosa que la de los humanos. Como dije arriba, los animales son los que nos pueden mostrar el verdadero significado del amor.

sábado, 4 de abril de 2015

Cuidado: estos pensamientos podrían causar entropía

Siempre que sea posible, en cualquier momento de nuestras vidas, debemos buscar que nuestra voz sea escuchada. Que las palabras no se las lleve el viento, y sean más de lo que no cuenta en el mundo. Por eso escribo esta entrada, y, aunque no voy a decir todas mis opiniones sobre el universo, quiero hablar sobre un tema que considero relevante: el aborto. 

He pensado en ello por bastante tiempo, y llegué a la conclusión de que estoy totalmente en contra del aborto, a menos que sea en casos de a) violación o b) peligro vital para la madre. Si el embarazo se da en uno de esos casos, realmente espero que la persona pueda decidir no tener a ese hijo. Sin embargo, de otra manera, considero el aborto un capricho. 
¿Te resbalaste en un baño y caíste sobre un pene erecto? De no ser así, estabas buscando quedar embarazada. ¿O no te han dicho que para eso es el sexo? En fin, lo estabas buscando, y ese bebé que tienes en tu vientre no es culpable de tu idiotez. 

Aún con este pensamiento (que algunos podrían clasificar como demasiado directo), si me dieran a elegir sobre legalizar o no esta práctica, diría que sí. ¡Legalicen el aborto!

Puedo imaginar la reacción de algunos de mis lectores: "¿Cómo? ¡Pero acabas de decir que estás en contra del aborto! ¿Es que mentías al inicio?" No, no miento, y les voy a explicar:

Estar en contra del aborto es mi opinión, así como algunos de ustedes opinan que su color favorito es el verde, o que no debería comerse carne, o que fue Dios, y no Zeus u Odín quien creó el universo. Si esto es mi opinión y no sólo una regla, ¿por qué, entonces, tener que forzar dicho pensamiento sobre las demás personas? En tanto el aborto sea realizado en las primeras 12 semanas de embarazo (porque a partir de ese momento se empieza a desarrollar el sistema nervioso, y el bebé empieza a sentir) vayan, háganlo si lo desean. De todas formas, aunque yo (y espero que hayan entendido la metaforización de la sociedad en mi persona) diga que no me parece correcto, igual lo van a hacer. ¿No es mejor que lo hagan legalmente, bajo condiciones de salubridad, que en una "clínica" donde podrían hasta terminar muertas? 

Esta es mi opinión. Sé que a muchos no les gustará, y respeto eso, así como respeto a las personas que apoyan y que no el aborto. Repito: No deberíamos imponer nuestra manera de pensar en los demás. Está bien no compartir, pero, ¿tan difícil es respetar?