Muchas veces me he topado con
narraciones, tipos de historias que tratan de describir el aborto desde el
punto de vista del feto, del “dolor” que siente al ser asesinado (dolor que, si
el aborto se hace de manera apropiada antes de las 12 semanas de embarazo, el
feto no siente), pero este no es el punto. Mencioné esto porque fue parte de la
inspiración que tuve para el presente ensayo. La otra parte fue mi madre.
Yo NO fui una bebé no deseada.
Mis padres estaban casados al momento de mi concepción, o al menos estaban por
casarse. Deseaban formar una vida juntos, y eso incluía descendencia. Fui una
bebé que llegó en el momento apropiado. Nada indica que ellos hubieran siquiera
considerado abortarme. Sin embargo, he pensado mucho en lo que hubiera pasado
si ellos efectivamente hubieran tomado la decisión de deshacerse de mí.
Mi padre, deberían saber, no es
la mejor persona del mundo. Actualmente mantenemos una relación cordial porque
amo mucho a mi familia paterna, y ellos desean que nos llevemos bien. Pero de
no ser por eso, ni siquiera le hablaría a mi progenitor. Desde que yo era
pequeña él nos abandonó a mí y a mi madre varias veces. A pesar de estar
casados, él muchas veces se iba a vivir con su madre (y no porque mi abuela lo
necesitara), y no ayudaba ni en la carga económica ni a cuidarme. Además de
eso, engañó con varias mujeres a mi madre, y muchas veces nos agredió tanto
física como verbalmente a ambas. No lo recuerdo, pero mi madre cuenta que una
vez cuando era una niña, le dije que si yo era la única razón por la que ella
seguía casada con mi padre, que lo dejara. Que no importaba.
A pesar de lo que ya he contado,
yo tuve una infancia feliz. Mi familia me cuidó y me dio todo lo que estaba a
su alcance; siempre tuve una figura paterna en mi abuelo, y fui “la chineada de
la casa” siempre, pues era la única nieta. Así que esto no es una queja hacia
mi vida, porque amo mi vida, amo estar viva, y amo todo lo que he vivido, pues
me ha hecho quien soy.
Ahora, quiero explorar un poco el
fondo de mi madre: se casó a los 22 años, estudió Contabilidad, tuvo una hija,
se divorció, se volvió a casar, tuvo otro hijo. Actualmente y desde hace 15
años trabaja en un banco.
Primero, veamos sus estudios:
ella no decidió estudiar Contabilidad. Lo estudió porque su padre le dijo que
era la mejor opción, que eso le iba a conseguir trabajo rápido. Ella quería
estudiar criminalística, o mecánica automotriz. No pudo. De hecho, ni siquiera
pudo terminar sus estudios de Contabilidad. ¿Por qué? Porque tuvo una hija, y
eso va primero. Ella nunca me ha dicho esto en esas palabras, pero no hace
falta. Mi madre no es conformista, y el hecho de que consiguió un trabajo
estable no significa que va a dejar todo así. Ella misma me lo ha dicho mil y
un veces: si las cosas se hacen, se hacen bien. Si no, ni las haga. Entonces,
¿por qué dejaría la carrera? Porque o estudiaba o me pagaba el kínder privado,
el único en el que me quisieron aceptar por mi edad (los públicos querían que
me atrasara no un año, sino dos. Ella no iba a permitir eso).
Lo del divorcio ya lo dije
arriba. Ella no dejaba a mi padre, aguantaba sus infidelidades y sus maltratos
para que a mí no me faltara un padre. Cubierto eso, señalemos el hecho de su
segundo matrimonio: ella ni siquiera iba a darle una oportunidad al hombre si
yo no lo aprobaba. A mí, por supuesto, con nueve años y mi personalidad, me
valía un pepino con quién estuviera mi madre. Era su elección, no mía, y por
eso aprobé su relación. Me llevo muy bien con mi padrastro, hasta el punto de
verlo más como a un padre que a mi propio progenitor.
Sin embargo, después de siete
años de matrimonio, han estado varias veces a punto de separarse. ¿Por qué no
lo han hecho? En palabras que mi mamá le dijo a mi abuela: “porque yo no quiero
que [mi hermano] pase lo que [yo] pasó.”
Mi madre ha sacrificado mucho,
demasiado en mi opinión, por sus hijos. No puedo hablar por mi hermano, pero,
si retrocediéramos diecinueve años en el pasado, y ella siquiera por un segundo
considerara no tenerme, yo le diría, con toda la seguridad del mundo: abórtame.
Probablemente sea para mejor. No me importaría no haber conocido este mundo, si
ella hubiera podido alcanzar sus sueños en él. Ella es feliz ahora, sí, estoy
segura de eso. Pero probablemente sería mucho más feliz si jamás hubiera tenido
hijos.
Así como aquel “bebé” que tratan
de reflejar en sus campañas en contra del aborto le dice a su madre “no me
hagas esto, prometo portarme bien”, yo le digo a la mía, y a todas las demás, “si
consideras que es lo mejor, abortame. Con toda la confianza. No te voy a
culpar, ni te voy a resentir. Confío en tu juicio.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario